lunes, 8 de marzo de 2021

A Todos Los Pueblos (AD GENTES)

 Autor: José A Orlando L.

El Concilio Vaticano II fue un concilio ecuménico de la iglesia, fue convocado por el Papa Juan XXIII en enero del 1959, y clausurado por el Papa Pablo VI en diciembre de 1965. Es considerado uno de los cinco más importantes en la historia de la Iglesia Católica, junto con los concilios de Niceno I (325), Calcedonense (451), Lateranense IV (1215) y Tridentino (1545-1563)

"Este Concilio fue para la Iglesia el comienzo de una nueva renovación de su vida y de su misión; de una nueva autocomprensión de sí misma, como servidora del mundo e instrumento claro y manifiesto del amor de Dios cuyo Reino quiere ser realidad presente, fuerza activa y transformadora de la historia." (Fr. Luis Alberto Nahuelanca M, OFM. Secretario Nacional Pontificia Unión Misional OMP Chile)

El Concilio fue muy fructífero en cuanto a documentos y decretos emitidos. Me quiero referir a una parte de uno de esos documentos, el Decreto AD GENTES, sobre la Actividad Misionera de la Iglesia, específicamente al Capítulo II, La Obra Misionera, Artículo 3, Formación de la Comunidad Cristiana.

El decreto AD GENTES afirma que la Iglesia entera es misionera por su propia naturaleza. Con esta rotunda afirmación queda claro que la misión no es un asunto sólo de ciertas congregaciones religiosas e institutos misioneros, de los “misioneros profesionales”, sino de todos los bautizados, como un elemento esencial de su identidad cristiana. Precisamente esta idea de que toda la Iglesia es misionera por naturaleza y que, por consiguiente, toda la actividad misionera de la Iglesia es central en ella, es la afirmación básica del decreto “Ad gentes”.

Este decreto AD GENTES inicia textualmente con este enunciado “La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser "el sacramento universal de la salvación", obedeciendo el mandato de su Fundador (Mc, 16,15 “Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación”), por exigencias íntimas de su misma catolicidad, se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres.”

El llamado de este decreto es muy puntual y actual, han pasado 55 años desde su promulgación y sigue tan vigente como en sus inicios. Es el llamado a todos nosotros, que nos consideramos “católicos practicantes”, a llevar el evangelio a aquellos que no han escuchado de Dios aún. Y para esto el documento se abre al llamado a la formación de comunidades de fieles, para que sean testimonio de Dios en el mundo. Este llamado fue fructíferamente acogido en esos años, y una de esos movimientos que surgieron en esa época fue la Renovación Carismática (1967, reconocida por la Iglesia en 1973), definida como una corriente de gracia en la Iglesia, de sus miembros posteriormente surgen muchas comunidades de alianza alrededor del mundo, una de ellas es la Comunidad Internacional de comunidades “La Espada del Espíritu (EDE)”, de la cual la Comunidad “Tierra Santa” de Guayaquil es miembro.

Textualmente el decreto dice:

“Los misioneros, por consiguiente, cooperadores de Dios, susciten tales comunidades de fieles que, viviendo conforme a la vocación a la que han sido llamados, ejerciten las funciones que Dios les ha confiado, sacerdotal, profética y real. De esta forma, la comunidad cristiana se hace signo de la presencia de Dios en el mundo; porque ella, por el sacrificio eucarístico, incesantemente pasa con Cristo al Padre, nutrida cuidadosamente con la palabra de Dios da testimonio de Cristo y, por fin, anda en la caridad y se inflama de espíritu apostólico”.

También el decreto hizo un llamado importante al ecumenismo, dejando claro conceptos de como colaborar entre miembros de diferentes congregaciones cristianas.

Para esto textualmente el decreto dice:

“En cuanto lo permitan las condiciones religiosas, promuévase la acción ecuménica de forma que, excluido todo indiferentismo y confusionismo como emulación insensata, los católicos colaboren fraternalmente con los hermanos separados, según las normas del Decreto sobre el Ecumenismo, en la común profesión de la fe en Dios y en Jesucristo delante de las naciones.”

El decreto hizo un llamado explícito a los laicos, es decir a ti que estas leyendo esto, a mí y a todos los bautizados a que seamos instrumentos de evangelización en la Iglesia, ahí donde vivimos, donde trabajamos, en la parroquia que participamos.

Para esto textualmente el decreto dice:

“Para conseguir todo esto son de grandísimo valor y dignos de especial atención los laicos, es decir, los fieles cristianos que, incorporados a Cristo por el bautismo, viven en medio del mundo. Es muy propio de ellos, imbuidos del Espíritu Santo, el convertirse en constante fermento para animar y ordenar los asuntos temporales según el Evangelio de Cristo.”

No es por pura coincidencia que Dios te trajo hasta aquí para leer este documento, Dios siempre tiene un propósito. Te animo a hacer vida este llamado de la Iglesia a llevar el evangelio a “las gentes”, al que no ha escuchado o ha escuchado poco de Dios. 

¿Se puede hacer solo? Es difícil, no existen los "rambos" cristianos. Busca en tu parroquia, busca un grupo católico afín a tu edad o estado civil, busca una comunidad de alianza. Siempre hay otras personas que están buscando lo mismo que tú. Hay mucho por hacer.

Ánimo.

 

Bibliografía

http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19651207_ad-gentes_sp.html

https://web.archive.org/web/20160304133849/http://www.omp.cl/pdf/PUM_Ad_Gentes.pdf

https://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_Vaticano_II

https://es.wikipedia.org/wiki/Ad_Gentes

 

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