Mostrando las entradas con la etiqueta Jesus. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Jesus. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de septiembre de 2022

La historia de mi redención

Autor: Galo Cobos

Te contaré una historia... es la historia de mi redención

Crecí toda la vida en una escuela y colegio católico (Creía en Dios, pero no tenía una relación personal con Él). En el 2013, con 20 años, mis padres estaban pasando por problemas en su vida matrimonial. Empezaron a vivir en habitaciones separadas (A mí me tocó compartir habitación con mi papá). Él estaba con mucho dolor en su corazón, tanto que llegaba a buscar el cigarrillo para aliviar su dolor. Mi tío le recomendó un programa cristiano, que era de un pastor evangélico. Cierto día, cuando regresaba a casa tarde y cansado, encontré a mi papá escuchando la prédica del pastor y entonces escuché una palabra que el pastor dijo que llamó mucho mi atención en ese momento, tanto así que me quedé “enganchado” con la prédica, no me importaba el cansancio, yo quería seguir escuchando lo que él decía. En ese momento estaba aconteciendo mi conversión… Jesús se me reveló por medio de la prédica de un pastor evangélico (Conocí a Jesús Verbo, se me reveló la Palabra de Dios).

A partir de ese momento todas las noches llegaba de la universidad a seguir escuchando junto a mi papá la prédica de ese Pastor (Qué bonito, mi conversión y la de mi papá acontecieron simultáneamente).

Pasaron los días y, una noche, cuando se terminó la prédica, antes de dormir, empecé a orar por primera vez. Los primeros días solo rezaba el Padre Nuestro, pues no sabía orar. En una ocasión, después de rezar el Padre Nuestro, terminé diciéndole al Señor: “Señor, no te conozco, quiero conocerte…” Esa fue mi oración por varios días, y en lo posterior esta se volvió más prolongada y espontánea (El Espíritu Santo me enseñó a orar).

Pasaron meses y en una ocasión que estaba en momento de oración (Esto si no lo puedo asegurar, no recuerdo si pasó así, solo Dios sabe) le pedí a Jesús que me diera amigos que también lo conociesen. Era 2014, y ya había pasado un año desde mi conversión y recibí un mensaje de un amigo del colegio invitándome a un retiro, el cual acepté; pero hubo algo que me hizo cambiar de parecer. Luego me sentí mal por haber faltado a mi palabra (Y porque mi amigo me había pagado el retiro), entonces le dije a este amigo que me avisara cuando hubiese otra actividad para ir. La siguiente actividad fue una asamblea de oración, y me bastó asistir esa vez para enamorarme de lo que se vivía allí (Jesús estaba respondiendo mi oración y me dio amigos que estaban ya viviendo una vida con Él).

Este grupo al que asistí se llama Baluarte (Grupo Católico para jóvenes en edad universitaria, en Guayaquil). Continué asistiendo a las actividades y te resumo lo más importante que pasó en esos años:

2015: Asistí al retiro (CNVC - Curso Nueva Vida en Cristo) e hice compromiso de servir a Dios junto con mis hermanos de Baluarte.
2016: Me invitaron a conocer la comunidad a la que pertenece Baluarte (Comunidad Tierra Santa: Una comunidad conformada por familias y jóvenes solteros). Este periodo de conocer la comunidad y el estilo de vida comunitario se le conoce como “Concurrencia”.

2017: Hice mi alianza inicial (Compromiso inicial) con Dios y mis hermanos de Comunidad Tierra Santa.

2018: El Señor me invita a discernir mi vocación… (Este momento marca un punto muy importante en la historia de mi redención, tanto así que dedicaré otro post para continuar contándote que pasó. 

 

lunes, 29 de agosto de 2022

Desbloqueando el corazón

Autora: Andrea Avilés S.

"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. 2 Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. 3 Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. 4 Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. 5 »Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. 6 El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego. 7 »Si ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. 8 En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos." Juan 15, 1-8

Hoy en día es mucho más evidente reconocer los espacios donde Dios no está presente, ya sea en las ideas acerca de la feminidad, en las leyes, en los contenidos que vemos y leemos, en los lugares donde trabajamos o estudiamos, etc. Así mismo, hay espacios en nuestro corazón donde Dios no habita totalmente. No lo dejamos por varias razones, porque no lo dejamos, no lo vemos, por miedo a entregarle algo que consideramos importante, porque estamos heridas y no queremos enfrentarnos al dolor o simplemente porque no queremos o pensamos que no estamos listas, pero, Dios quiere conquistar nuestro corazón todo el tiempo.

Hace más de 1 año, en medio de la pandemia y lejos de mi país, descubrí que existían áreas en mi vida que no estaban en orden y otras que estaban causando dolor en mí porque no me daba la oportunidad de sanar en el nombre de Jesús, pues me costaba mucho hacerlo, y sin embargo, luego de varios meses accedí a dejarlo entrar y permití que actúe en mi corazón.

“Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más.”

Es así como me he sentido en todo este tiempo, justamente “limpiándome”, “desbloqueando” todas las barreras que yo ponía para no dejar que entre en mí y de esta manera sentirme libre de amar y en esa medida abrazar el plan Él tiene conmigo.  Este proceso me ha servido para aprender que, si no estoy sostenida de Él, nada puedo Ser ni Hacer; y que si no lo dejo podarme como debe ser, no seré plenamente feliz y libre.

No es fácil abrirse ni confiar en un proceso que de alguna forma genere dolor, pero en medio de eso me ha servido recordar a quién le estoy dando mi corazón, entonces ¡Vale la pena hacerlo! No estamos solas, Jesús ha prometido quedarse y darnos más de lo que nos imaginamos, si abrimos nuestros sueños, planes, heridas, situaciones de pecado, etc. que llevamos en nuestro interior.

“Señor, quiero entregarte mi corazón y todo lo que hay en él, ayúdame a abrirme a ti y a tus planes, hazme nueva y habita eternamente en mí. Te pido la gracia para confiar en ti y enfrentar las áreas que quieres reconstruir. Gracias por tu amor y paciencia”.

Amén

 

Bibliografía:

Hechos de los Apóstoles 9, 26-31

1 Juan 3, 18-24


 

Mi Primera Alianza

Autor: José Orlando "Mayo de 1995 fue un mes lleno de significado para mi vida y la de mi esposa. Fue el momento en que, ya siendo miem...