Monse Banegas de Arellano
El 17 de Diciembre de 1988 cuando estaba en
el segundo mes de embarazo tuve un sangrado abundante por lo que de inmediato
me vio el médico, y recomendó reposo absoluto para evitar perder al bebé, y
debía esperar hasta el tercer mes para realizarme un “cerclaje”, es decir,
coserme el cuello del útero, antes manifestó que no era recomendado hacerlo pues
había que esperar, porque si venía con alguna deformidad la misma naturaleza lo
expulsaría.
Fue
un mes largo de espera confiando solo en el Señor. Con el antecedente que ya había tenido una pérdida 8 meses antes sin motivo
determinado.
En
el tercer mes me realizaron el “cerclaje”, pero debía permanecer en reposo de
cama todo el embarazo, así fue, renuncié al trabajo y me dio paz y tranquilidad
para así hacerlo, porque además disfruté
del amor, el servicio y la compañía de los hermanos comunitarios.
Durante
el embarazo tuve que ingresar algunas veces a la clínica para realizarme
monitoreo para verificar que estaba el bebé en buenas condiciones.
El médico programó la cesárea para una fecha determinada, se adelantó tres semanas a lo planificado, la noche del 31 de Mayo de 1989 inicié parto, ingresé a la clínica con fuertes dolores, rotura del tapón y el médico llegó 12 horas después de mi ingreso, chequeándolo todo sólo por teléfono, para que una vez más quede manifiesta la gracia y el poder de Dios. Su protección fue más allá de lo que humanamente pueda esperarse, el niño nació en la mañana del 1 de Junio en muy buenas condiciones, no necesitó oxígeno ni nada adicional. Porque como le dije al médico cuando me lo mostró inmediatamente de nacer: él es Hijo de Dios.
Actualización Jun-2021:
El tiempo ha pasado y actualmente mi hijo el entonces recién nacido tiene 32 años, es un profesional, está casado con una mujer de fe, tienen dos hijos pequeñitos. Como pareja esforzándose para vivir como matrimonio cristiano.
Todo para mayor Gloria de Dios .
No hay comentarios.:
Publicar un comentario