Autor: JULIAN FRANCO
Ante la pregunta si hay algo imposible para Dios, digo NO, y a través de este testimonio quiero agradecer
profundamente al Señor y testimoniar públicamente su bondad y su misericordia,
para conmigo y mi familia. Que toda la gloria sea solo para El.
Fue un 18 de octubre del 2019 cuando la empresa
para la que trabajaba prescindió de mis servicios, me quedé sin trabajo, recibir
esa mala noticia me produjo una gran decepción porque ya no soy una persona
joven; en ese tiempo recién había cumplido 54 años, y empezar a buscar trabajo
a esa edad no era nada fácil, y mi mente se cuestionaba, quien querría contratar
a “Un señor mayor”; y así fue que poco a poco me fui quedando sin
opciones, fuera del mercado laboral y desactualizado.
Los siguientes años 2020 y 2021, azotados por
la pandemia del corona virus, acrecentaron mis temores de que ya no iba a
trabajar más en una relación de dependencia, y que solo podría mantenerme ofreciendo
mis servicios profesionales. Pero en medio de esa crisis mis ingresos
económicos decayeron, mas sin embargo, el Señor nunca se dejó ganar en
misericordia, y cuando mi aporte económico decayó, ahí estuvo todo el soporte
de mi familia, de mi esposa y mis hijas, y entre todos pudimos sacar adelante
la economía familiar.
A la preocupación de estar cesante en 2022, se le
unió otra preocupación adicional, la de encontrar una manera de poder hacer aportes
voluntarios al IESS para completar mis aportaciones y poder Jubilarme. Aportar
$74,80 por 36 meses de forma ininterrumpida, sin trabajo y con la economía
familiar al límite, era todo un reto que realmente parecía un imposible, pero para
Dios no hay nada imposible.
Seguía avanzando el año 2022, y la crisis
económica familiar continuaba cada vez más dura, y francamente por momentos
llegué a desesperarme y a perder la Fe en Dios. Mis oraciones ya no eran
oraciones sino momentos de reclamo, yo me convertía en el Señor del Señor, ya
no pedía trabajo, exigía trabajo y por supuesto esto no me daba paz.
Pero todo cambió un viernes 29 de septiembre de
2022, la comunidad Tierra Santa organizó un retiro de Convivencia Cristiana, un
retiro de conversión y avivamiento de dones y carismas, que el Espíritu Santo
ya me había regalado hace muchos años atrás; algo que muchos hermanos, entre
ellos yo, habíamos descuidado tremendamente, pero que el Señor quería reactivar
en ese retiro y que dichos dones sean puestos al servicio del pueblo. – Aún
recuerdo cuando el Señor puso esta frase en mi cabeza “Los que quieran
ser sanados de la pata que cojean serán sanados, y a los que no quieran sanarse,
les pondré una prótesis, pero ya no cojearán más.” dijo el Señor en ese
retiro. También en ese retiro un hermano comunitario se me acercó y me dijo, “El
Señor quiere que tu hables y des un testimonio”, y así lo hice, pero yo
no sabía que ese era solo el principio de un milagro que estaba por venir, y
luego en las siguientes semanas Dios me mostraría todo su poder.
Lo primero que hice después del retiro fue descansar en
el Señor, y en mis oraciones ya no iba a exigirle trabajo, sino a esperar y
confiar en su santa voluntad, eso me trajo paz.
Lo segundo fue poner mi granito de arena, mejoré y
actualicé mi hoja de vida, realicé algunos contactos, y me reinscribí en las
páginas de empleo para empezar a recibir ofertas, y pasé unas cuantas hojas de
vida por grupos de Whatsapp a mis amigos.
Lo tercero fue escuchar a los hermanos de la Comunidad
Tierra Santa; cuanta falta nos hace escuchar a nuestros hermanos, porque a
través de ellos El Señor puede estar hablándonos directamente.
Recordé que hace unos meses atrás un hermano
oró por mí en una asamblea y me dijo que confiara en el Señor que él iba a
obrar para que mi familia y yo podamos superar la crisis económica. Este mismo
hermano hace muchos años atrás ya me había dado un consejo que en su momento me
ayudó superar otra situación; y pues que creen, este mismo hermano me pasó un mensaje-audio
por Whatsapp para que busque trabajo en la red Linkedin, que el trabajo se
podía conseguir en esa red social me dijo, no lo pensé dos veces y así lo hice,
seguí sus indicaciones al pie de la letra y realicé una publicación de que
andaba buscando trabajo.
Lo cuarto fue orar por esa publicación que había hecho,
y a las pocas horas me empezaron a contactar algunas empresas y antiguos amigos
para pedirme la hoja de vida para que aplique a las vacantes que había disponibles.
La oportunidad que más avanzó fue la de COMPUHELP, una empresa en la que yo ya
había trabajado hace muchos años, sin embargo, por esa situación de haber
trabajado antes ahí, casi me descartan, ya que no veían con buenos ojos mi
carpeta por la antigüedad (laboral) que podía generar a la empresa. Pero esta
puerta de trabajo me la estaba abriendo El Señor así que me agarré de él y
personalmente solicité una entrevista y fui a conversar con ellos y dialogando superamos
el problema, y que creen, fui contratado un 18 de octubre de 2022, tres años
exactos desde mi último trabajo 18 de octubre de 2019, y con todos los
beneficios de ley.
La sensación que tuve cuando me percaté de que las
fechas de salida de mi último trabajo y la de entrada al nuevo eran las mismas,
fue sentir como que el Señor solo me había puesto en pausa y luego había dado
Play reanudando el video de la película de mi vida.
Ya en mi primer día de labores, una de las
personas que me había recomendado para este trabajo me invitó al almuerzo y
mientras comíamos, me contaba que cuando llegó mi hoja de vida a las manos del
reclutador, había dicho, está es la persona que necesitamos, una persona con
experiencia, con trayectoria, que inspire respeto y que tenga sus canas (un
señor mayor). Increíblemente el Señor me demostró que la principal razón por la
cual yo creía que me descartaban (o sea por mi edad) era justa la razón por la
que ahora me habían contratado, Gloria a Dios.
A la tarde siguiente fui a la oficina a firmar
contrato y otra sorpresa, cuando llegué fui recibido por un antiguo compañero, y
cuando entré, este me dio un fuerte abrazo, luego me presentó a todo el
personal y me hizo un recorrido por toda la empresa.
Me sentí restablecido y muy amado por el Señor,
perdonado y restituido igual como hizo el padre cuando perdonó y volvió a
acoger en su divina presencia al hijo pródigo.