Autora: Andrea Avilés S.
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. 2 Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. 3 Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. 4 Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. 5 »Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. 6 El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego. 7 »Si ustedes permanecen unidos a mí, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. 8 En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos." Juan 15, 1-8
Hoy en día
es mucho más evidente reconocer los espacios donde Dios no está presente, ya
sea en las ideas acerca de la feminidad, en las leyes, en los contenidos que
vemos y leemos, en los lugares donde trabajamos o estudiamos, etc. Así mismo,
hay espacios en nuestro corazón donde Dios no habita totalmente. No lo dejamos por
varias razones, porque no lo dejamos, no lo vemos, por miedo a entregarle algo
que consideramos importante, porque estamos heridas y no queremos enfrentarnos
al dolor o simplemente porque no queremos o pensamos que no estamos listas,
pero, Dios quiere conquistar nuestro
corazón todo el tiempo.
Hace más
de 1 año, en medio de la pandemia y lejos de mi país, descubrí que existían
áreas en mi vida que no estaban en orden y otras que estaban causando dolor en mí
porque no me daba la oportunidad de sanar en el nombre de Jesús, pues me
costaba mucho hacerlo, y sin embargo, luego de varios meses accedí a dejarlo entrar
y permití que actúe en mi corazón.
“Si una de
mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que
dé más.”
Es así
como me he sentido en todo este tiempo, justamente “limpiándome”, “desbloqueando”
todas las barreras que yo ponía para no dejar que entre en mí y de esta
manera sentirme libre de amar y en esa medida abrazar el plan Él tiene conmigo. Este proceso me ha servido
para aprender que, si no estoy sostenida de Él, nada puedo Ser ni Hacer; y que
si no lo dejo podarme como debe ser, no seré plenamente feliz y libre.
No es
fácil abrirse ni confiar en un proceso que de alguna forma genere dolor, pero
en medio de eso me ha servido recordar a quién le estoy dando mi corazón,
entonces ¡Vale la pena hacerlo! No estamos solas, Jesús ha prometido quedarse y
darnos más de lo que nos imaginamos, si abrimos nuestros sueños, planes,
heridas, situaciones de pecado, etc. que llevamos en nuestro interior.
“Señor,
quiero entregarte mi corazón y todo lo que hay en él, ayúdame a abrirme a ti y
a tus planes, hazme nueva y habita eternamente en mí. Te pido la gracia para
confiar en ti y enfrentar las áreas que quieres reconstruir. Gracias por tu
amor y paciencia”.
Amén
Hechos de los Apóstoles 9, 26-31
1 Juan 3, 18-24
No hay comentarios.:
Publicar un comentario