Autor: Galo Cobos
Si
estás aquí y aún no has leído mi testimonio de como conocí a Jesús, te
recomiendo primero leerlo antes de leer esta historia (La
Historia de mi redención).
En el año 2018 empecé a leer un libro
llamado “Los 3 Monjes Rebeldes” y debo decir que este no es cualquier
libro, pues por medio de él El Señor encendió fuego en mi corazón.
Conforme leía la vida de estos monjes (En especial de la vida de San Roberto,
mi favorito de los 3) mi corazón se encendía de celo santo (El Señor sembró en
mí corazón el deseo de ser santo).
Observaba que en mi comunidad escaseaban
hombres, hombres que atendiesen todos los frentes de batalla (La necesidad de
hombres al servicio de Dios en cada brazo evangelístico y en las necesidades
internas de la comunidad). Me decía a mí mismo: “Hay hombres, pero no
somos suficientes...” Llegué a anhelar que llegasen más hombres a mi comunidad
a vivir para el Señor, quería y tenía que hacer algo al respecto.
Entonces inspirado por este libro,
medité y dije: “Una de las razones por las cuales escasean hombres es porque no
hay un ambiente apropiado para que conozcan al Señor, es necesario proveer “de
un ambiente” (Brazo Evangelístico) solo de hombres…” Y así, reuní a un par
de hermanos comunitarios, les compartí la iniciativa de hacer un brazo
evangelístico solo de hombres y, más adelante, empezaríamos a trabajar en ello.
Hasta entonces todo eso que yo llamo Celo
Santo solo se traducía en un deseo por servir y hacer más por construir
el reino de Dios (No había pasado por mi corazón alguna inquietud vocacional).
En el mes de agosto del año 2018 hace
una visita a mi comunidad un Siervo de la Palabra (Mi comunidad Tierra
Santa pertenece a la comunidad internacional de comunidades que se llama La
Espada del Espíritu (Sword of the
Spirit). Hay varias comunidades como la mía alrededor del mundo que
pertenecen a La Espada del Espíritu. Dentro de nuestras comunidades Dios
ha hecho el llamado a ciertos hombres a vivir una vida consagrada a Él,
viviendo una vida de celibato. Estos hombres recibieron de Dios el nombre de Los
Siervos de la Palabra).
Tras la visita de este hermano tuve
la oportunidad de platicar con él. Durante nuestra conversación nunca surgió en
mí un deseo/interés/inquietud por conocer la vida de los Siervos de la Palabra.
Sin embargo, días después, el Señor sembró en mi corazón la inquietud
vocacional. Empecé a verme a mí mismo como un Siervo de la Palabra (No
tenía idea de lo que era ser un Siervo de la Palabra, solo sabía que eran
consagrados y que, a través de esa consagración yo estaría más disponible para la
construcción del reino de Dios). Entonces el deseo de querer construir el reino
de Dios empezaba a entrelazarse con el deseo de conocer esta vocación. Decidí
ponerme en contacto con este hermano e iniciar un proceso de discernimiento
vocacional.
Mientras ocurría todo esto pasó que
obtuve un nuevo trabajo. Este trabajo llego a ser muy demandante para mí. En
promedio llegué a trabajar más de 12 horas diarias, llegaba exhausto a casa y
me costaba mucho sacar tiempo para tener mi oración personal.
Durante una asamblea de oración de mi
comunidad, una hermana se acercó a mí y me compartió una visión que le dio el
Señor estando ella en oración. Me dijo: “El Señor me permitía ver un
signo de interrogación y experimenté mucha confusión”. Esa visión que
le dio el Señor era para mí y entendí que el Señor me decía que yo iba
experimentar mucha confusión por mi discernimiento vocacional.
Mientras transcurrían los meses
continuaba batallando por santificar (Separar) mi tiempo de oración diaria y no
estaba teniendo éxito. Esto implicó que mi discernimiento vocacional no estuvo
debidamente puesto a los pies de Jesús, y, la palabra profética empezaba a
cumplirse…
El Señor en su fidelidad continúo
haciéndome llegar (Por medio de más hermanos) lecturas, palabras, sentires,
visiones acerca de lo que yo estaba viviendo (De a lo que Él me estaba llamando
- Lo más increíble es que estos hermanos no tenían ni idea de que yo estaba
discerniendo mi vocación, lo cual servía de confirmación de que esas
lecturas/palabras/sentires verdaderamente venían del Señor).
Una de las primeras lecturas que me
dieron fue esta: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que en los asuntos de
mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49.
Al escuchar esta palabra que Dios me
daba, sentí miedo, porque entendí en mi corazón que era una
confirmación de lo que el Señor me estaba llamando (Estas palabras de
Lucas 2:49 son las palabras que Jesús da a sus padres terrenales, anunciándoles
a ellos su ministerio y vocación). Pero ¿Por qué sentí miedo? Sentí
miedo porque mi comunión/relación con Jesús era casi nula (Seguía sin poder
orar) y a pesar de lo tan evidente que fue para mí esa palabra en su momento,
la confusión seguía en mí corazón.
Hubo otra palabra que el Señor me dio
por medio de una hermana en una asamblea: “Una llama que se apaga, pero
Dios, se encarga de volverla a avivar...” La hermana dio esta palabra
de manera general a la asamblea, pero en mi corazón sabía que se refería al
fuego que Dios había suscitado en mí corazón, deseo de hacer crecer su reino (Fue
anunciada por segunda vez mi derrota).
Pasaron los meses y, a fines de enero
del año 2019, de una forma totalmente errónea, decido que el
Señor no me estaba haciendo un llamado a vivir consagrado a Él, y comunico esto
al Siervo de la Palabra que me estaba acompañando en mi discernimiento. Al
final de la conversación, el siervo de Dios me dijo: “Está bien, si esta
decisión te da paz…”. Estas palabras retumbaron en mi corazón, sentía todo
lo opuesto a tener paz y, sin embargo, no cambie mi decisión.
Continue viviendo mi vida
comunitaria, y comencé a tomar decisiones totalmente opuestas a lo que Dios me
estaba llamando. Por un tiempo (Aparentemente) todo parecía estar bien, pero
entonces la confusión volvió. No tenía paz y llegó a pasar que cualquier cosa
(Rutinaria/Cotidiana) me quitaba la paz.
Crecía en mí la angustia, sentía mi
alma débil, sentía cansancio físico sin necesidad de haber hecho algo que me
llevase a estar exhausto. Un día, estando en otra asamblea de oración de mi
comunidad, se acercó una hermana y me dijo: “Galito, debes orar, Satanás
está tras de ti…”
Entendí en mi corazón, que era
Satanás que estaba detrás de toda esta confusión. Entendí en mi corazón que Satanás
conocía mi vocación y estaba haciendo todo lo posible por impedir
que yo abrazase la voluntad de Dios para mi vida.
Y a pesar de todas estas advertencias
(Y de muchas más que Dios me siguió dando), fui derrotado. Mi corazón se
hallaba en completas tinieblas. Había dolor y tristeza en mi corazón, porque la
decisión que tomé no solo me afectó a mí, llegué a lastimar otros corazones.
Fui instrumento de iniquidad. Si
tuviese que describir como se sintió eso, diría que pasó en mí todo lo contrario
a lo que se siente el ser guiado por el Espíritu Santo (Así me sentí, como si en
vez de escuchar la voz de Dios estuviese siguiendo y escuchando la voz del
enemigo – Pero sin la capacidad de poder reconocer que es la voz del enemigo,
pues él es maestro del disfraz, padre de la mentira y yo me encontraba sin
oración, sin comunión con Jesús. No pude reconocer la voz del verdadero pastor).
Sentí que viví una segunda conversión
(Pero me sentí más pecador que en la primera). Sentí que Dios había apartado su
rostro de mí (Así como hacía con el pueblo de Israel cuando le era infiel). Me
hallaba en tinieblas…
Pero, dentro de todo este caos, algo que
jamás me hubiese imaginado pasó. Meses antes de que sea consumada mi derrota,
una hija de Dios puso en mis manos un libro llamado “El tratado de la
verdadera devoción a la Santísima Virgen María”, libro escrito
por San Luis María Grignion de Montfort.
Mientras estaba iniciando todo este
caos, yo había empezado a leer este libro y así, empecé a conocer a la Madre de
Dios (O, diría más bien, el Señor me estaba revelando a su madre).
Este Santo describe en su libro (Lo traduciré en mis palabras) que estamos
también llamados/invitados a tener una relación personal con la madre de Dios
(Algo que había visto antes en otras personas, pero yo no compartía, pues me
decía a mí mismo ¿Para qué acudir a María, si puedo ir directamente a hablar
con Jesús en la oración?
Continúe leyendo el libro y fui
conociendo a María e iba recibiendo la gracia de conocerla (Que extraño, como
pude recibir esa gracia si mi oración en ese entonces era nula, no lo entiendo).
Dicho esto, volvamos a la parte en
que me hallaba yo en tinieblas, tristeza y dolor. Ahora ya no solo me costaba
hacer oración por la falta de tiempo, me dolía el corazón y todo lo que hacía
era llorar.
Movido por el dolor de la derrota
decidí levantarme mucho más temprano para hacer mi oración. Llegué a levantarme
todos los días entre 3 am a 4 am, sin embargo, todo lo que hacía era llorar, no
podía concentrarme en hacer oración.
Entonces decidí acudir a ella, a la
madre de Dios. Empecé a hacer el rosario todos los días. Me aferré a ella como
mi última esperanza de volver a Dios y de que Dios me sanase el corazón.
Perseveré (O, lo correcto sería decir, María me ayudó a perseverar). Hacer el
rosario significo para mí tomar la mano de María y dejar que ella me ayudara a
volver a Jesús.
Y así fue. Con el tiempo me
encontraba haciendo lo que antes, por mis fuerzas, no podía. Me encontraba
levantándome todos los días a las 03:00 – 04:00 am haciendo mi oración
personal, el rosario, lectura bíblica e iba a misa diaria (No solo esto,
María me enseño el valor de la penitencia diaria, hábito que mantengo hasta el
día de hoy). Todo esto, en testimonio de la Verdad, lo alcanzó María
por mí. María me ayudó a reconstruir mi relación con Jesús.
Todo esto aconteció hasta finales del
año 2019. En los años posteriores pasaron más cosas, pero, por tiempo, deberé
resumirlas:
2020: Mi relación con Jesús había vuelto
(Y mejor que nunca). Decido retomar la conversación con los Siervos de la
Palabra y reanudar mi proceso de discernimiento. El Señor, por medio de una
hermana en oración me da esta palabra: “Tranquilo, yo espero. Tranquilo, yo
no me canso. Yo espero”. Esto fue en febrero 2020 y no entendí lo que
significaba, hasta que llego la pandemia y mis posibilidades de salir del país
y viajar a la casa de los Siervos (fuera del Ecuador) eran nulas. Entendí que
no había llegado el Kairos de irme…
2021: En el mes de febrero estábamos en un
retiro de staff y el Señor me da la siguiente Palabra por medio de un hermano: “Ya
sabes lo que tienes que hacer, solo te falta tomar la decisión”. Entendí que
era momento de actuar nuevamente. En el mes de julio hubo una casa de Siervos
de la Palabra en Quito. Aproveche mi
oportunidad y busque participar de la casa. Conversé con el Siervo de la
Palabra que dirigía la casa y le conté mi caso. Me dijo que lo mejor para mí
era hacer la brecha en Monterrey (México) y durante ese año de brecha (Año de
misiones) conocer de cerca la vida de los Siervos y discernir si quería
continuar en el proceso. Accedí y todo el resto del año fue encargarme de los
preparativos de mi viaje. En la última asamblea de oración del año con la
Comunidad Tierra Santa, todos estaban orando por mí, por el viaje que iba a
emprender. Terminada la oración se acerca un hermano y me dice que el Señor le
dio una lectura y es esta: Isaías 42:1-9 (Puedes leerla y
encontraras que esta lectura se titula: El Siervo del Señor).
Septiembre 2022: Me encuentro en Monterrey
(México), en la casa de los Siervos de la Palabra, redactando este testimonio. Estoy
empezando mi formación como Siervo de la Palabra. Me encuentro en paz y en gozo
con El Señor.
El Señor ha sido fiel, el Señor está
cumpliendo su Palabra. Hay muchas más lecturas, visiones y palabras proféticas
que me dio el Señor estando en Ecuador, que por tiempo estoy omitiendo
contártelas.
Que el Señor los bendiga.