domingo, 22 de enero de 2023

Mi Primera Alianza

Autor: José Orlando

"Mayo de 1995 fue un mes lleno de significado para mi vida y la de mi esposa. Fue el momento en que, ya siendo miembros activos de una comunidad católica, formalizamos nuestra alianza con Dios. Fue un momento emocionante y lleno de esperanza, ya que marcó el inicio de una relación más profunda con Dios y con los miembros de nuestra comunidad. Desde entonces, hemos construido fuertes relaciones con otros miembros y hemos visto cómo nuestra relación con Dios se ha consolidado cada vez más.”

Se preguntarán porque está entre comillas? Ese texto es generado por una inteligencia artificial (chat GPT) que le di cierta información del evento y le pedí que me ayude a crear una introducción a esta historia que quería compartirles.

Era un sábado 6 de mayo de 1995, nos preparábamos para hacer nuestra primera alianza con la Comunidad, en ese tiempo Jesús es el Señor Guayaquil. La ceremonia fue muy solemne, cargada de momentos emotivos. Unos de esos momentos, es cuando el Ministerio de Música tocó la canción Oh Israel (les dejo el link al final) cuya letra está cargada de mensajes muy esperanzadores, del amor infinito de Dios para su pueblo. 28 años después me sigue generando reacciones positivas en mi vida.

La letra decía que somos pecadores, pero que vengamos a formar parte de su pueblo, que nos iba a perdonar nuestros pecados. Se imaginan lo impactante de esa canción en ese contexto, de una primera alianza de una jóven pareja (en ese tiempo la pareja más joven de la Comunidad) haciendo una alianza con el Señor y con otros hermanos.

En otra estrofa decía que la hará “su esposa para la eternidad”, refiriéndose a la iglesia, su pueblo, para toda la eternidad, por que nos ama con fidelidad, quitará nuestra iniquidad y viviremos por él.

La canción recuerda que el amor de Dios no fallará, que será fiel para siempre. Es una de mis canciones preferidas por lo que significó en ese momento y por que lo sigue significando ahora.

En ese tiempo la Comunidad era pequeña en número de miembros, eso facilitó generar relaciones fuertes entre nosotros, relaciones que se mantienen a pesar del tiempo y de que algunos de ellos ya no están en la Comunidad.

Esta primera alianza nos marcó el sendero en nuestro caminar en el Señor y en la vida comunitaria. El Señor utilizó a varias personas (a las que apreciamos profundamente) para guiarnos como pareja para mantenernos el grupo de matrimonios (Unidos en Cristo) y luego en la Comunidad.

Exhorto a las personas que realizan alianzas o compromisos en sus grupos, vivirla con intensidad, con fe, con la convicción de que ese pueblo es de Dios, pero que está formado por hombres que el mismo ha llamado, pero que su condición humana limitada no le permite ver toda su grandeza. 

El amor de Dios es y será para siempre.

Amen

Canción "Oh Israel", versión de Jesed

domingo, 15 de enero de 2023

¿Buscas a tu “media naranja”?

Autora: Diana Ortega

¿Estás buscando a tu “media naranja”? La única media naranja que deberías estar buscando es la que dejaste en la cocina para prepararte un buen jugo.

Generalmente nos desesperamos buscando la otra “media naranja”; la que hace alusión a estar incompletos hasta que conocemos a “la persona” con la que hemos sido destinados a estar desde el inicio de los tiempos. Pero esa, es una concepción del hombre, que ha rondado mentes y corazones a lo largo de nuestra historia, y que ahora está presente de manera distorsionada en nuestra sociedad, como un reflejo de un mundo que busca incansablemente llenar aquel vacío del corazón, pero que no logra determinar qué es exactamente lo que le hace falta.

C.S. Lewis, en su libro Mero Cristianismo dice: “Si encuentro en mí mismo un deseo que nada de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo. Si ninguno de mis placeres terrenales lo satisface, eso no demuestra que el universo es un fraude. Probablemente los placeres terrenales nunca estuvieron destinados a satisfacerlos, sino sólo a excitarlos, a sugerir lo auténtico.”

El hombre fue creado por amor y para amar. Somos un don, un regalo que se da a los demás y estamos llamados a la santidad a través de nuestra vocación. Pero a quien necesitamos por sobre todo es a Dios, y hasta que no estemos con Él, nada en este mundo nos podrá satisfacer.

Muchas veces podemos confundirnos y pensar que en vez de Dios es el amor de una pareja lo que nos hará felices. Luego, cuando vienen las discrepancias, los malos entendidos y las dificultades; aquella ilusión del amor perfecto se acaba y terminamos pensando que quizás todo pasa porque esa no era “la persona indicada”. Y en lugar de revisar en nosotros lo que se puede cambiar y mejorar para llevar una relación de manera correcta con la guía de Dios, empezamos a buscar una utopía en otro lugar.

Debo confesar que me encantan las comedias románticas. Pero últimamente, me he vuelto un poco más analítica del mensaje que transmiten. Hay algunas que contienen conceptos rescatables. Lastimosamente, la gran mayoría muestra el amor con percepciones deformadas y erróneas. 

Es verdad que cuando veo aquellas escenas dulces me emociono ¿A quién no le gusta recibir lindos detalles? A mí sí. Es muy bonito pensar que alguien ha dedicado de su tiempo a preparar algo especialmente para ti.

Pero considero aún más importante lo que viene después de aquella fase inicial, y es el seguir conociéndose. No vamos a encontrar personas perfectas, ninguno de nosotros lo es. Por eso es necesario dejar de idealizar al otro, y más bien preguntarse si se aceptan tal y como son.

Es el tiempo de ser honestos, de hacer preguntas cruciales que te ayuden a saber si ambos están yendo en la misma dirección y quieren formar juntos un plan de vida. Si conociendo sus virtudes y defectos han tomado la firme decisión de amarse.

¿Comparten la misma fe? ¿Comparten valores? ¿Quieren tener hijos? ¿Cuántos hijos? ¿Dónde van vivir? ¿Cuáles son sus aspiraciones profesionales? Habrá un montón de preguntas que cada uno quiera hacer, esto es fundamental. Porque de lo contrario, si nos dejamos llevar por el romanticismo que nos vende el mundo, podemos llegar al matrimonio confundiendo amor con cualquier otra cosa.

La pareja está para complementarse y no para completarse. Son dos palabras muy parecidas pero que tienen significados diferentes. Ninguna persona puede completarte, porque solo Dios es capaz de llenar en ti lo que falte.

Por eso, busca primero a Dios y hazle partícipe de las decisiones en tu vida. Nadie mejor que Él podrá guiarte para que al conocer a alguien no te pierdas en criterios superficiales, sino más bien que analices y atesores lo verdaderamente importante. Aquellas cualidades únicas que se complementarán con las tuyas, una misma fe, valores y principios. Una relación basada en verdadero amor, aquel que busca la felicidad del otro y le motiva a crecer, para que lleguen juntos a la santidad a través del matrimonio.

Puede ser que el tiempo o las circunstancias parezcan ir en contra, o que recibas constantemente comentarios imprudentes sobre tu soltería y eso te llegue a desesperar. Pero si ya le has entregado a Dios los anhelos de tu corazón, aguarda en Él. Dale el control y Dios siempre te concederá lo mejor para ti. 

sábado, 7 de enero de 2023

Dios nunca pone en tu corazón un deseo que no quiera cumplir

Autora: Rebeca Franco

Cuando tenía 9 o 10 años descubrí que me gustaba mucho cantar y empecé a sentir que lo hacía bien, sin embargo siempre cantaba con un volumen de voz muy bajito, casi imperceptible, me apartaba para cantar y casi nadie sabía de mi afición mucho menos que me salía bien.

Formé parte  de coros  en la escuela pero nunca de solista, me daba mucha vergüenza, solo el hecho de pensar cantar sola y que todos me escuchen me llenaba de nervios, ni siquiera en mi familia conocían mi voz, pero cuando uno tiene un don así, todo su corazón le pide mostrarlo le pide expresarse, pero el miedo no me dejaba, temía no ser tan buena como pensaba.

Me tomó tiempo hasta que fui mostrando en mi casa y a ciertas amistades mi voz al cantar, como recibí buenos comentarios me animé a participar de festivales de canto en mi colegio, pero me ponía tan nerviosa que no podía hacerlo bien, la voz me temblaba y nunca podía entonar la canción como había practicado, y aunque me iba abriendo, mi voz seguía siendo un secreto, seguía siendo algo escondido para muchas personas.

Mis padres han pertenecido a la Comunidad Tierra Santa desde antes que yo naciera, y mi Papá siempre ha formado parte del ministerio de música tocando la guitarra y cantando, así que definitivamente uno de mis muchos sueños con la música era formar parte del ministerio también; pero con mi poca seguridad al cantar, este sueño se veía cada vez más lejano e irreal, y lo fui olvidando. Me enfoqué en seguir participando en concursos de talentos, incluso me inscribí a uno intercolegial y no me fue tan mal, iba perdiendo el miedo, pero nunca lograba ganar y mi hambre de cantar nunca estaba saciada, sentía que nadie me veía ni escuchaba como quería ser escuchada. Dejé por un momento los concursos, pero nunca dejé de cantar, practicaba en mi habitación cualquier canción que me gustara, imprimía las letras y las cantaba una y otra vez, y sinceramente pensé que debía cambiar de sueño, después de todo tampoco es que quería ser cantante ni nada, solo quería cantar libremente y con propósito.

En 2015 hice mi compromiso con Baluarte, el grupo de universitarios de la Comunidad Tierra Santa. Entré porqué sentí fuertemente que Dios me llamaba a servir. Nunca hubiera imaginado lo que había preparado para mí, cuando me indicaron el ministerio del que formaría parte era justo el de música. No me sentía nada lista, aún tenía mucho miedo, pero quería hacerlo bien. Iba a todos los ensayos, seguía todas las indicaciones y me aprendía las canciones, al principio lo hacía con nervios, quería sonar bien, pero poco a poco Dios me fue transformando, me fue liberando y me mostró por fin el propósito de ese don que Él me había regalado; no era para lucirme, porque yo podría fallar, era para lucirlo a Él, porque él no falla, era para transmitir su mensaje. 

Siempre me habían criticado por no transmitir ningún sentimiento cuando cantaba, hasta que le canté a Dios y todas las cosas hermosas que Él continuamente estuvo haciendo en mi interior, finalmente pudieron ser transmitidas. Aún sin merecerlo empecé a recibir elogios y cumplidos de los demás, que más que necesitarlos para mi propia validación sirvieron para demostrarme que Dios tenía desde siempre un propósito con mi voz, en poco tiempo pasé a formar parte del ministerio de Música de la Comunidad, a cantar con mi papá y mi hermana, cada oportunidad de cantar ya sea en un retiro, asamblea o en vigilias es una prueba de la fidelidad y del amor de Dios.

Dios ya había soñado con mi canto y en cómo usarlo, solo me estaba haciendo fuerte, me estaba enamorando de ÉL, para que cuando cante pueda dar a conocer eso, todo su amor, toda su ternura y suavidad, que todas estas cosas puedan verse reflejada a través de mí y que las personas que me escuchen puedan abrir su corazón y sentir un poco de su amor. En ningún momento ha sido por mis fuerzas o por mi habilidad, lo que Él ha puesto es solo suyo y yo soy un instrumento. Muchas veces también me ha permitido experimentar silencio con mi voz de hecho el año pasado (2022) tuve una temporada sin cantar por complicaciones de salud en mi garganta, estos tiempos suelen ser difíciles para mí pero cuando Él me restaura y puedo volver a cantar me siento plenamente feliz.

Dios nunca pone en tu corazón un deseo que no quiera cumplir, Él se encarga de cuidarlo, de cultivarlo, y si lo dejamos, a su debido tiempo nos hará ver los frutos. El cantar para Dios ha sido y es una de mis más grandes realizaciones, aún tengo sueños con respecto a esto, pero también tengo la certeza y la convicción de que será Dios quien me ayude a cumplirlos, y siempre será para darle a Él toda la Gloria.

¿Hay algo imposible para Dios?

Autor: JULIAN FRANCO

Ante la pregunta si hay algo imposible para Dios, digo NO, y a través de este testimonio quiero agradecer profundamente al Señor y testimoniar públicamente su bondad y su misericordia, para conmigo y mi familia. Que toda la gloria sea solo para El.

Fue un 18 de octubre del 2019 cuando la empresa para la que trabajaba prescindió de mis servicios, me quedé sin trabajo, recibir esa mala noticia me produjo una gran decepción porque ya no soy una persona joven; en ese tiempo recién había cumplido 54 años, y empezar a buscar trabajo a esa edad no era nada fácil, y mi mente se cuestionaba, quien querría contratar a “Un señor mayor”; y así fue que poco a poco me fui quedando sin opciones, fuera del mercado laboral y desactualizado.

Los siguientes años 2020 y 2021, azotados por la pandemia del corona virus, acrecentaron mis temores de que ya no iba a trabajar más en una relación de dependencia, y que solo podría mantenerme ofreciendo mis servicios profesionales. Pero en medio de esa crisis mis ingresos económicos decayeron, mas sin embargo, el Señor nunca se dejó ganar en misericordia, y cuando mi aporte económico decayó, ahí estuvo todo el soporte de mi familia, de mi esposa y mis hijas, y entre todos pudimos sacar adelante la economía familiar.

A la preocupación de estar cesante en 2022, se le unió otra preocupación adicional, la de encontrar una manera de poder hacer aportes voluntarios al IESS para completar mis aportaciones y poder Jubilarme. Aportar $74,80 por 36 meses de forma ininterrumpida, sin trabajo y con la economía familiar al límite, era todo un reto que realmente parecía un imposible, pero para Dios no hay nada imposible.

Seguía avanzando el año 2022, y la crisis económica familiar continuaba cada vez más dura, y francamente por momentos llegué a desesperarme y a perder la Fe en Dios. Mis oraciones ya no eran oraciones sino momentos de reclamo, yo me convertía en el Señor del Señor, ya no pedía trabajo, exigía trabajo y por supuesto esto no me daba paz.

Pero todo cambió un viernes 29 de septiembre de 2022, la comunidad Tierra Santa organizó un retiro de Convivencia Cristiana, un retiro de conversión y avivamiento de dones y carismas, que el Espíritu Santo ya me había regalado hace muchos años atrás; algo que muchos hermanos, entre ellos yo, habíamos descuidado tremendamente, pero que el Señor quería reactivar en ese retiro y que dichos dones sean puestos al servicio del pueblo. – Aún recuerdo cuando el Señor puso esta frase en mi cabeza “Los que quieran ser sanados de la pata que cojean serán sanados, y a los que no quieran sanarse, les pondré una prótesis, pero ya no cojearán más.” dijo el Señor en ese retiro. También en ese retiro un hermano comunitario se me acercó y me dijo, “El Señor quiere que tu hables y des un testimonio”, y así lo hice, pero yo no sabía que ese era solo el principio de un milagro que estaba por venir, y luego en las siguientes semanas Dios me mostraría todo su poder.

Lo primero que hice después del retiro fue descansar en el Señor, y en mis oraciones ya no iba a exigirle trabajo, sino a esperar y confiar en su santa voluntad, eso me trajo paz.

Lo segundo fue poner mi granito de arena, mejoré y actualicé mi hoja de vida, realicé algunos contactos, y me reinscribí en las páginas de empleo para empezar a recibir ofertas, y pasé unas cuantas hojas de vida por grupos de Whatsapp a mis amigos.

Lo tercero fue escuchar a los hermanos de la Comunidad Tierra Santa; cuanta falta nos hace escuchar a nuestros hermanos, porque a través de ellos El Señor puede estar hablándonos directamente.

Recordé que hace unos meses atrás un hermano oró por mí en una asamblea y me dijo que confiara en el Señor que él iba a obrar para que mi familia y yo podamos superar la crisis económica. Este mismo hermano hace muchos años atrás ya me había dado un consejo que en su momento me ayudó superar otra situación; y pues que creen, este mismo hermano me pasó un mensaje-audio por Whatsapp para que busque trabajo en la red Linkedin, que el trabajo se podía conseguir en esa red social me dijo, no lo pensé dos veces y así lo hice, seguí sus indicaciones al pie de la letra y realicé una publicación de que andaba buscando trabajo.

Lo cuarto fue orar por esa publicación que había hecho, y a las pocas horas me empezaron a contactar algunas empresas y antiguos amigos para pedirme la hoja de vida para que aplique a las vacantes que había disponibles. La oportunidad que más avanzó fue la de COMPUHELP, una empresa en la que yo ya había trabajado hace muchos años, sin embargo, por esa situación de haber trabajado antes ahí, casi me descartan, ya que no veían con buenos ojos mi carpeta por la antigüedad (laboral) que podía generar a la empresa. Pero esta puerta de trabajo me la estaba abriendo El Señor así que me agarré de él y personalmente solicité una entrevista y fui a conversar con ellos y dialogando superamos el problema, y que creen, fui contratado un 18 de octubre de 2022, tres años exactos desde mi último trabajo 18 de octubre de 2019, y con todos los beneficios de ley.

La sensación que tuve cuando me percaté de que las fechas de salida de mi último trabajo y la de entrada al nuevo eran las mismas, fue sentir como que el Señor solo me había puesto en pausa y luego había dado Play reanudando el video de la película de mi vida.

Ya en mi primer día de labores, una de las personas que me había recomendado para este trabajo me invitó al almuerzo y mientras comíamos, me contaba que cuando llegó mi hoja de vida a las manos del reclutador, había dicho, está es la persona que necesitamos, una persona con experiencia, con trayectoria, que inspire respeto y que tenga sus canas (un señor mayor). Increíblemente el Señor me demostró que la principal razón por la cual yo creía que me descartaban (o sea por mi edad) era justa la razón por la que ahora me habían contratado, Gloria a Dios.

A la tarde siguiente fui a la oficina a firmar contrato y otra sorpresa, cuando llegué fui recibido por un antiguo compañero, y cuando entré, este me dio un fuerte abrazo, luego me presentó a todo el personal y me hizo un recorrido por toda la empresa.

Me sentí restablecido y muy amado por el Señor, perdonado y restituido igual como hizo el padre cuando perdonó y volvió a acoger en su divina presencia al hijo pródigo.

lunes, 28 de noviembre de 2022

No es suficiente participar en la Santa Misa, hay que vivirla

Autora: Magdalena Aray

Desde muy pequeña asistí a la Misa dominical en familia, pero lo hacía como un deber más como católica, diría yo tal vez que se había hecho costumbre. Pero como nuestro Señor es misericordioso y quiere que maduremos en nuestra fe, me permitió cambiar eso, al escuchar a un Sacerdote en su homilía, que no hay que solo asistir a la Santa Misa, sino participar en ella, llegando temprano, poniendo atención a cada gesto y palabra de la celebración, pasar a leer las lecturas si te lo piden, es decir participar de manera activa, y comencé a hacerlo, perteneciendo a un grupo juvenil parroquial y luego en un grupo de solteros católicos.

Por lo general tenemos a Sacerdotes que los preferimos por su carisma o por las enseñanzas en sus homilías, a ellos los seguimos siempre y asistimos a las iglesias (parroquias) donde ellos celebran las misas, sin embargo, durante la pandemia Jesús me dio una gran lección. 

Debido al confinamiento durante los meses de marzo a julio del 2020, solo teníamos la Santa Misa virtual. Las situaciones tan difíciles que vivimos en ese año, nos hicieron acercar más a Dios, es así que participaba de la Santa Misa y Adoración Eucarística todos los días de manera online. Un domingo, mi Mamá me dijo que quería escuchar la Misa de otra parroquia, y coincidía la hora en que nos conectábamos a la Eucaristía, esto me molestó porque ya no podía escuchar la Misa que quería, sin embargo no se lo comenté a ella, no prestaba atención a la celebración y dentro de mí protestaba. Durante la consagración Jesús me dijo: “No es el Sacerdote, soy yo”, estas palabras resonaron fuerte en mi interior y caí de rodillas, comencé a llorar, reconocí mi falta y le pedí perdón a Jesús.

Desde ese día comprendí que a quien debemos seguir es a Jesús, que se hace presente en la Santa Eucaristía, durante la consagración y comencé a Vivir la Santa Misa, a prepararme minutos antes, pidiendo la acción del Espíritu Santo para que me dé la gracia de reconocer la presencia real de nuestro Señor en la hostia consagrada, además, que me ayude a no distraerme y vivir la Santa Misa con el espíritu y fervor de todos los Santos, conocedora de mis debilidades y fallas.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:

1374: En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Concilio de Trento: DS 1651). «Esta presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente» (MF 39).

1386: Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf Mt 8,8): "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme".

Si pedimos a nuestro Señor que cada día nos ayude a sentir la necesidad de alimentarnos de Él para continuar en este camino hacia el cielo, nos lo concederá, porque Jesús mismo lo dijo: "En verdad, os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" Juán 6:53

sábado, 26 de noviembre de 2022

El Adviento. No. Mi Adviento…

Autora: Monse B. de Arellano

En este tiempo previo a la Navidad, pero ya lleno de planes de reuniones, fiestas, compras cuando se puede, luces y demás, de las cuales soy parte también. Quería un momento de silencio que no sabía cómo podía ser. Un retiro, un monasterio sonaba lejano; y como el Señor Jesús no se deja ganar en  generosidad y escucha cada pedido y deseo nuestro, por muy recóndito que sea, me concedió un tiempo corto, 4 horas bien puestas, con silencio y mejor que lo planeado, cuidó cada detalle hasta lo innecesario. 

Entonces me encuentro no con el Aviento sino con Mi Adviento, y veo de manera particular cuán necesitada estaba de prepararme para recibir al Señor, hacer silencio y escuchar lo que me dice, pide y debo entregar, lo que debo purificar para estar más cerca de Él, ser más de Él y pueda morar en mí.

¿Es fácil?, no. Lo intentaré, sólo con su gracia y a sus pies apartando mi tiempo para estar con el Amado, quien da plenitud a mi vida, quien ilumina mi obscuridad más que todas las guirnaldas y luces de este tiempo, porque“tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo” como dice el Salmo 4:7, y así lo he comprobado.

Confío que este tiempo de Adviento viva Mi Adviento, con la música suave de Su Palabra, con la certeza de Sus promesas y bendiciones que diariamente me da, con la luz que su presencia irradia, de otra forma no será posible. 


“Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre”

Lucas 21: 34 al 36  

Porqué nos casamos por la Iglesia…

Autores: Luigina de Cañarte y Simón Cañarte

Al celebrar nuestro aniversario de matrimonio, recordábamos lo jóvenes que éramos cuando tomamos la decisión de unir nuestras vidas. Ella 18 y yo 19 años. Fue una locura de dos jóvenes enamorados que no sabían la magnitud del paso que estaban dando. Sin embargo, nos casamos solo por lo civil, y dijimos que después nos casaríamos por la Iglesia; pero pasaban los años y los nacimientos de nuestras hijas y otras circunstancias aplazaban este paso que habíamos dejado de lado.

Cuando participamos de un Retiro de Matrimonios, organizado por el grupo de parejas “Unidos en Cristo”, nos dimos cuenta de que no podíamos seguir esperando y que necesitábamos incorporar a Jesús a nuestro matrimonio, nos teníamos que casar por la Iglesia.

En unas pocas semanas y con mucha alegría celebrábamos nuestro matrimonio eclesiástico junto a nuestra familia, amigos y hermanos en Cristo; pero el momento más emotivo fue el volver a participar de la Eucaristía. Nuestros ojos se llenaron de lágrimas y sentimos en ese momento un gozo y una alegría inmensa. Fueron 8 años que perdimos estar en gracia con Dios, observando a los demás comulgar y no poder participar del gran banquete.

Desde ese momento hemos visto y hemos sentido la presencia de Dios en nuestras vidas, en nuestro hogar y en nuestra familia. Nuestra alegría fue y sigue siendo inmensa al saber que Cristo vive en nuestros corazones y nos forma día a día, no solo a nosotros como pareja, sino también a nuestros hijos y así nos da la oportunidad de ser luz para los demás.

Hoy en día es muy común que las parejas tomen la decisión de vivir juntos sin casarse, ni siquiera por lo civil. Se ha perdido el deseo de incorporar a Cristo en el matrimonio, con el pretexto de que si no funciona una separación sería menos complicada.

Por experiencia propia les decimos, que si no incorporamos a Dios en nuestra familia, estamos perdiendo su Gracia, y lo estamos dejando fuera de nuestro hogar, en la puerta llamando, esperando que la abramos.

“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne, de manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre”.

Mateo. 19, 5-6

Mi Primera Alianza

Autor: José Orlando "Mayo de 1995 fue un mes lleno de significado para mi vida y la de mi esposa. Fue el momento en que, ya siendo miem...