viernes, 23 de septiembre de 2022

Dios ha velado siempre por mí

 Autora: Diana Ortega

 Seguir a Cristo no ha sido para mí un camino recto, ni transitado a ritmo constante, sino más bien una vía accidentada de subidas y bajadas, donde he sentido muchas veces que el tiempo se estanca y que retrocedo en lugar de avanzar.

Sin embargo, me encuentro aquí únicamente sostenida por su Gracia, pues a pesar de todo, puedo darme cuenta de que Él ha marcado en mi vida, un antes, un durante y un después.  Hace 6 años, me encontraba con muchas heridas, problemas de autoestima, una depresión disimulada, y sin saber cuál era el propósito de mi existencia. Y soy consciente que, a pesar de haber nacido en un hogar católico y con padres que me inculcaron siempre la Fe, yo asistía a misa los domingos porque no quería ser castigada por Dios.

 Fue entonces cuando recibí la invitación de una amiga a un CNVC (Curso de Nueva Vida en Cristo), y aun así dudé cuando me hablaron del grupo de solteros. Pensé que sería como los otros grupos a los que antes había asistido, pero por vergüenza con la amiga que me había invitado, fui.

Mi plan era ir una vez y luego poner alguna excusa para no volver. Con sinceridad debo decir que más de lo que mencionaron en las charlas, lo que realmente me impactó fueron los jóvenes que estaban organizando toda la actividad. Tenían “algo” diferente que no podía identificar bien, pero recuerdo haber pensado que yo también quería tenerlo. En una de las charlas hubo una frase que uno de ellos dijo, que realmente me movió y se quedó grabada en mi mente: Dios no merece tus sobras” y en este momento me pregunté, ¿Acaso durante mi vida le he estado dando sobras a Dios? ¿Sobras del tiempo, los dones y recursos que ni siquiera me pertenecen, sino que me fueron dados por Él? ¿Qué he hecho hasta ahora con la vida que me fue dada?

A partir de ese momento algo curioso pasó. Cada sábado empezaba a buscar un pretexto para no ir al grupo, pero nunca parecía encontrar algo justificable, así que un tanto incómoda me preparaba para ir. Cuando llegaba lo pasaba realmente bien, pero al siguiente sábado volvía a repetirse lo mismo. Hasta que en un momento que no puedo definir con exactitud algo en mí cambió, y comencé a sentirme muy feliz y deseosa de que llegara el sábado.

La etapa del durante en mi vida inició cuando empecé a servir en el grupo. Poco a poco mis dudas se iban despejando, aquellas ideas distorsionadas de Dios se iban esclareciendo, permitiéndome encontrar mi propósito de vida, ese que tanto había estado buscando y que ahora parecía estar claro.

Son tiempos que recuerdo con cariño porque encontré tanta alegría en el servicio. Pude conocer personas maravillosas con quienes compartir ese cambio que estaba experimentando y ellos me entendían porque estaban viviendo lo mismo que yo. Fue justamente en este punto de mi vida que toda aquella depresión de varios años estalló y la situación en que me encontraba se tornó muy difícil.

Si tuviera que mencionar un evento de mi vida que me haya dado la certeza que Dios ha velado siempre por mí, sería precisamente este porque de haberse dado aquella etapa difícil en otro tiempo, no sé qué habría sido de mí. Aunque fueron meses muy complejos en los cuáles no encontraba la forma de explicar lo que estaba sintiendo, pues para mí la ansiedad y ataques de pánico eran algo desconocido. Pero, fueron los que me permitieron cambiar mi visión y pude palpar que Dios me sostuvo en todo momento.

En el después de mi vida, y luego de todo lo que he experimentado aún no soy la sierva de Dios que debería ser. Caminar hacia Él no impide que haya dificultades en la vida, los momentos difíciles, mis defectos y luchas están allí. Seguir a Cristo y buscar servirle con mi vida no ha sido una alegría perpetua, sin dolores ni cansancio porque mi debilidad humana sigue presente. Sin embargo, ahora tengo la certeza de su amor incondicional por mí, de su gran misericordia, de su bondad infinita, de la esperanza que Dios proveerá siempre de todo, aunque yo no lo merezca.

Sigo aprendiendo, me sigo equivocando, sigo luchando; aún me falta un largo camino por recorrer. Lo transitado hasta ahora me ha permitido encontrar el propósito principal de mi existencia: “Amar a Dios y dejarme amar por Él”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Mi Primera Alianza

Autor: José Orlando "Mayo de 1995 fue un mes lleno de significado para mi vida y la de mi esposa. Fue el momento en que, ya siendo miem...