viernes, 23 de septiembre de 2022

El Señor nunca nos abandona!!!

 Autor: Julio Orellana

Mi testimonio deseo compartirlo en 3 momentos:

El antes inició en septiembre de 2012, hace nueve años, cuando decidí morir. Cursaba el tercer semestre de la carrera de arquitectura, donde era infeliz por diversos factores, pues nunca tuve buenas habilidades sociales, era más introvertido que ahora, dando lugar a pensamientos nocivos. En la adolescencia, jamás me planteé ser adulto, mi vida no tenía metas y los pocos amigos que me rodeaban me enseñaron siempre el lado negativo como detectar los defectos del resto y burlarme de ellos. Asimismo, ya había experimentado una frustración amorosa muy significativa que me dejó devastado porque era la primera vez que sentía que tenía una dirección en mi vida y ella me fue arrebatada abruptamente porque su familia emigró a España y luego de dos años que retornó el sentimiento se había apagado.

A todo esto, yo rechazaba el cristianismo, sostenía incluso que los sacerdotes son personas infelices porque no pueden unirse a mujeres y se desquitan con los creyentes para que no puedan amar con libertad. Me burlé muchísimas veces de Jesús, de hecho, estudié en un colegio católico y estos asuntos de los retiros espirituales, de las misas y de las charlas, me parecían estériles.

Un determinado día, luego de considerar que yo no era más que un ser de carne y hueso, cuya existencia no iba a trascender o a repercutir, decidí morir. Postrado en mi cama todo el día, dejé de comer, dejé de salir a la calle, dejé de hablar con mis amigos; decidí esperar pacientemente que mi corazón dejara de latir, intentado conciliar el sueño eterno. Mis padres no comprendían muy bien qué me sucedía, yo apenas hablaba con ellos. Mi padre es escéptico y mi madre sí es católica, pero las soluciones que ella siempre hallaba era llevarme donde curanderos porque a pesar de ser católica, tiene cierta afinidad a la hechicería.

El durante hace referencia a momentos críticos, pues no quería seguir viviendo. Comenzaron a suceder cosas raras en mi casa, cosas que podrían considerarse paranormales. Una determinada noche, en mi cama, soñé que el techo de mi cuarto se abría delante de mí y aparecía la curandera, la misma que mi madre siempre me llevaba. Ella me pedía que le dé la mano, porque buscaba sacarme de la depresión. Yo se lo agradecí y me acerqué a ella. Conforme avanzaba en su dirección, su rostro empezó a desfigurarse, su voz cambió rotundamente a un tono robótico, y, de repente, detrás de ella aparecieron unos seres rojizos y diabólicos, que no dejaban de señalarme y de reírse, mientras una estruendosa música interpretada por violines me reventaba los tímpanos. Esta escena estaba agotando por completo mi capacidad de resistencia. Fue entonces cuando en mi visión apareció Jesús y me agarró fuerte, y, manteniéndome abrazado, ordenó que se cierren las puertas del infierno. Él no se alejó de mí y se mantuvo en silencio con los ojos cerrados hasta que finalmente me desperté.

Al día siguiente era un hombre nuevo, aunque débil y cansado porque no había comido por varios días, sin embargo, mi alma tenía sed de vida. Mi familia habló con el Padre Miguel Ángel Pardillo de la Iglesia Santa Gema (Guayaquil), quien me visitó y conversamos, me dijo que yo no le estaba dando la oportunidad a Dios para que obre en mi vida. Le expliqué que era infeliz, que no valía la pena aferrarse a una existencia efímera y en ese instante él me dijo algo que nunca olvidaré:

“La felicidad no consiste en hacer lo que amas, sino en amar lo que haces”.

Me exhortó a que sea más humilde y percibir con alegría lo sencillo de la vida. Además, me absolvió de mis pecados y me invitó a participar del sacramento de la Eucaristía. Allí comprendí que estaba desnutrido espiritualmente y que lo único que es verdadera comida para el alma del hombre es el Cuerpo de Cristo, palabras que había oído toda la vida y que siempre había ignorado, que es esta frase bíblica de “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” Mt. 4, 3-4.

Finalmente, restauré mis ganas de vivir, me hice una persona con mayor grado de resiliencia. Aprendí a canalizar una inteligencia que no provenía de mí, sino del Santo Espíritu de nuestro creador, que es la sabiduría. Considero que he llegado a ser instrumento de Dios para dar un consejo, aun cuando parto de algo que probablemente no haya experimentado. Asimismo, se me hizo más fácil determinar qué tipo de trabajo quería tener, que es el de entrenador de fútbol, así como de músico, actividades en las que al día de hoy me sigo desempeñando.

Hace varios años, un amigo me invitó a Ágonas (El grupo evangelístico para solteros profesionales de la Comunidad Tierra Santa), y allí recibí algunas charlas que penetraron en mi mente y en mi corazón, y me han permitido perseverar en mi espiritualidad cristiana.

Confieso que, aunque no fui constante en el grupo, siempre me motivaron a seguir participando, incluyéndome en actividades musicales, tocando la percusión en tardes y noches de alabanza. Luego de algún tiempo, me invitaron a iniciar un período de concurrencia (Tiempo para conocer la vida comunitaria), y luego hice mi Alianza Inicial con la Comunidad Tierra Santa en julio 2021.

Muchas bendiciones del Señor llegaron a mi vida durante este lapso de tiempo. Sé que la fe no debería cimentarse o fortalecerse en la abundancia, pero nunca me faltó trabajo, ya sea como entrenador o como músico, desde que estoy más compenetrado en los caminos del Señor.

Mi entorno social me reconoce como cristiano y hasta me suele pedir que bendiga alimentos en salidas ocasionales.

Espero que mi experiencia le pueda servir a alguien que lo necesite o que esté pasando por situaciones similares a la mía. Les pido que acepten con sencillez y humildad la obra de Dios en sus vidas, porque nosotros podemos abandonarlo, pero Él jamás lo hace.

Jesús vino a buscarme personalmente, me cargó en sus brazos y me hizo parte de su pueblo.

Ahora por la gracia del Señor estoy vivo para contar lo que hizo por mí.

Amen

1 comentario:

Mi Primera Alianza

Autor: José Orlando "Mayo de 1995 fue un mes lleno de significado para mi vida y la de mi esposa. Fue el momento en que, ya siendo miem...